Hasta ahora hemos visto como el Centro CERAC, de La Garriga, desobedecía a la Generalidad de Cataluña al negarse a escolarizar a David (Entrega 8); los motivos ciertos de la expulsión , y no los expuestos por la Dirección del Centro CERAC (Entrega 9); la desestimación de los recursos de alzada (Entrega 10) y de reposición (Entrega 11) presentados por el Centro CERAC. Y en este interín, ¿qué era de David?
David permanecía en su domicilio familiar sin poderse beneficiar del derecho a la educación que le asistía de pleno derecho, por las circunstancias comentadas y expuestas en anteriores entregas que relacionamos en el párrafo anterior. A medida que transcurrían los días iba empeorando su estado emocional. En un certificado emitido por el Director Técnico de CERAC, el psicólogo Francesc Cuxart, hizo constar,cuando David tenía 5 años de edad, entre otros que: "2º los niños autistas presentan gran resistencia a los cambios, con manifestaciones emocionales de gran angustia y desconexión en un ambiente que no conocen; David lo tiene presente en grado severo".
El psiquiatra de David, Dr. Salvador Ros Montalbán, con fecha 10 de enero de 1990, recoge en un documento que "A la vista del cuadro que presenta el niño David Vendrell Llauradó, que por las circunstancias que me son dadas a conocer permanece en su domicilio desde el día 22 de diciembre de 1989, sin recibir ningún tipo de terapia profesional, a la vez que se le potencían las estereotipias y demás conductas negativas propias de su etiología autistica, considero del todo conveniente y necesario que, aparte de iniciar de inmediato su reeducación profesionalizada en centro especializado, permanezca en la residencia por espacio mínimo de un mes, con el fin de conseguir el retorno a una situación más normalizada en la conducta comportamental del niño, al tiempo que esta separación temporal también permitirá recuperar el equilibrio emocional a sus padres y hermano, en estos momentos muy deteriorado a causa de los últimos acontecimientos".
David iba encerrándose cada vez más en si mismo. A medida que transcurrían los días pasaba más horas en su habitación, cerrando la puerta y la persiana de la ventana, para conseguir una total oscuridad. Salía esporádicamente, para efectuar sus esfínteres en el lavabo o para beber agua y retornaba a su habitación. Llegó un día en que se negó a comer, cuando hasta el momento siempre había comido con mucho apetito. Y se llegó a una situación insostenible. Al llevarle la comida a su habitación, arrojaba el plato y los alimentos al suelo, al tiempo que reaccionaba con rabietas cada vez más difíciles de podérselas aplacar. La situación era dramática. Llevaba ya dos días sin probar alimento alguno y urgía tomar una decisión de inmediato. El padre de David se presentó, sin previo aviso, al Departamento de Bienestar Social de la Generalidad de Cataluña y explicó la situación. Era del todo necesario que David saliera de su domicilio, de lo contrario allí padecería de hambre, al negarse rotundamente a comer. Contrariamente bebía mucha agua, tanta que luego la vomitaba. La Sra. Maria Angels Vilaró fue muy consciente desde el primer momento que estaban delante de una situación muy delicada, y que el problema radicaba en que, al negarse el Centro CERAC a readmitirlo, la Generalidad de Cataluña no disponía de ningún centro público para ofrecerle acogida y asistencia. Tomaron conciencia que los proyectos de construcción de residencias públicas propias, era ya una necesidad acuciante y que convenía acelerar, para dar respuesta a las muchas peticiones que tenían de plazas residenciales encima la mesa de sus despachos, y también para atender casos urgentes y puntuales, como el que en aquellos momentos tenían. En presencia del padre de David, la Sra. Vilaró hizo numerosas llamadas telefónicas a otros centros, pero por las características que en aquellos momentos presentaba David y la inexistencia de plazas escolares o residenciales disponibles, no se conseguía encontrar una salida viable a la angustiosa situación. Quedaba una alternativa. No era precisamente la más adecuada, pero si para posibilitar la salida de David de su domicilio y ofrecerle unas alternativas, que aunque no fueran las que requería, se encaminarían a romperle el círculo vicioso en el que se había encerrado, con manifiesto peligro de su propia vida, ante la negación de ingerir alimentos. Esta única alternativa era el Sanatorio Villablanca, de Reus, en la provincia de Tarragona. Era un establecimiento psiquiátrico para enfermos mentales adultos. Y David ingresaría en este establecimiento, de manera provisional, mientras se agilizaban las gestiones para conseguirle un centro más apropiado. Era el 19 de enero de 1990, el mismo día que el padre de David cumplía su 45 aniversario. David dormiría en la Enfermería, pera evitar que durante la noche, en los masificados pabellones, pudiera sufrir alguna agresión de personas enfermas adultas, y sus padres acudían a visitarlo todos los sábados. También su hermano, cuando conseguía un permiso militar de fin de semana, procedente de Zaragoza, donde había sido destinado, para cumplir el obligado servicio militar. A David lo sacaban a pasear en coche, con salidas a poblaciones vecinas, como Salou. Le llevaban la merienda, que comía con gran apetito, frutas del tiempo, bebidas refrescantes y galletas. A la hora de cenar, regresaba al sanatorio, le lavaban la boca en uno de los lavabos destinados al público, porque esta importante función , que es la higiene bucal, no podían efectuarle en aquel sanatorio por escasez de personal asistente. Y se despedían de David hasta el próximo sábado. La distancia entre La Garriga y el Sanatorio Villablanca, de Reus, era de 300 kilómetros, es decir, que cada semana estos padres, y ocasionalmente su hermano, por la circunstancia explicada, tenían que efectuar un recorrido de 600 kilómetros para pasar unas horas en compañía de su hijo. Mientras, la burocracia administrativa, con su característica y desesperante lentitud, enfrentaba el Centro CERAC, de La Garriga con el Departamento de Enseñanza, de la Generalidad de Cataluña. Y en medio del fregado, como convidados de piedra, impotentes, los padres y hermano de David.
Deu n'hi dò per tot el que heu tingut que passar,i
ResponderEliminarels gripaus que héu hagut de digerir, de totes les adminisracions pùbliques. Us comprenc i us planyo. Espero amb impaciencia un final més feliç, per la vostra història
Resta molt per explicar encara, Montserrat, per aixó publico dos posts setmanals,i hi han episodis molt greus. Però arrel de tot aquestes greus situacions, David va aconseguir una plaça residencial en una residencia de la Generalitat de Catalunya, fará ja uns quinze anys. Estem molt contents i satisfets, i David es una persona alegre y feliç, que el proper setembre cuimplirá el seu 32 aniversari.Es van corregir moltes coses mal fetes per part de l'Administració, malgrat que no totes, per interessos d'amistat . Es van accelerar els projectes de construcció d'establiemnts residencials de titularidad pública. Només hi havien els privats, que feien el que els hi sortia dels nassos, i a més, amb tons desafiants deien: "A veure si son capaços la Generalitat de tancar-nos el Centre. A ón posarien a totes aquestes criatures?. Una vergonya, però una vergonya de veritat. I enmig de tot aixó, personatges molt honorables. Jo en dic delinqüents de gua blanc.
ResponderEliminarBenvolgut Joan: Molt bona definició la vostra "delinqüents de guà blanc" Jo penso exactament igual. Molta façana, poca humanitat i gens de humilitat!
ResponderEliminarNo us havía vist mai en aquest Blogg, en el que jo també escric. Volía publicar algunes fotos, però hi ha gent tan bona, que he desistit. He preferit escriure quatre tonteries, encara que sense gens d'exit. Es ben veritat que una imatge val més que mil paraules. Jo diría que una imatge en val més de 2 ò 3 mil. Llegir coste esforç. i ningù en té tantes ganes i menys sense garantíes de trobar quelcom d'interessat.